He leído que la Real Academia Española de la Lengua, en la próxima edición de su DRAE, va a incluir la palabra «amigovio», como fusión de las palabras «amigo» y «novio», y cuyo significado sería más o menos, «persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo». La verdad es que esta «figura» siempre ha existido, aunque pocas veces se nombre, seguramente porque no hace ninguna falta. Yo pensaba que la razón primordial que tiene la academia para incluir nuevas palabras en el diccionario, es que su uso se vuelva generalizado entre los hispanohablantes. No creo que este sea el caso. No sé si es que ahora todo el mundo tiene a su correspondiente «amigovio». A lo mejor es que sí.
Reconociendo que quizá en algunos países hispanoparlantes, este término se use más, en general, no creo que sea una palabra que vaya a gozar de mucha popularidad. En España, esta «figura» se le suele denominar de varias formas, por ejemplo, una, eufemística, «amigo o amiga con derecho a roce», otra, más soez y grosera, como «follamigo o follamiga», horrible, dicho sea de paso. Pero vamos que me imagino que habrá decenas de variantes por todas partes.
El meollo de los «amigovios» es tener con ellos sexo sin ningún tipo de compromiso. Esta es su función principal. Yo creo que además se trata de una relación de carácter temporal. Los «amigovios» pueden existir hasta avanzar a una relación más formal, de noviazgo, o pueden acabar en el hartazgo y pasar a ser simplemente amigos, o incluso caer en el olvido y dejar de tener trato entre ellos. En mi juventud, como decía arriba, esto ya existía, pero con estos temas éramos muy discretos. Si tenías un «amigovio o amigovia», le presentabas por su nombre y, salvo los amigos más cercanos, nadie sabía a ciencia cierta cuál era la «función» de esa persona, es decir, la de tener sexo con ella sin compromiso.
Yo no sé si ahora que la academia ha incluido este término en el diccionario, la gente va a empezar a ser menos discreta, y a presentar a sus «amigovios» como tales. Por ejemplo: ¡Hola, os presento a Marta (o Javier), mi «amigovia (o amigovio)!». En ese momento, todos sabrán la función de Marta (o Javier), para que sirve en realidad la susodicha Marta (o el susodicho Javier), y entonces las carcajadas pueden ser monumentales, incluso puede dar lugar a situaciones de falta de respeto. O incluso imagina que presentas a tu padre o tu madre a un chico o chica como tu «amigovio o «amigovia», sabrán que ese o esa es quien se acuesta con su hijo o hija y muy posiblemente les caerá mal, pero que muy mal. Yo, personalmente, y si me saliera una «amigovia», que nunca se sabe, seguiré siendo discreto, por mí y por ella, y la presentaría por su nombre, sin más explicaciones. Nuestra vida sexual no es asunto de nadie. De todos modos, a partir de ahora estaré muy atento a ver si es verdad que se populariza este término y empiezan a salir los «amigovios» de los armarios. Francamente no creo que vaya a ser así.
Excelente texto. Coincido totalmente con los conceptos expresados, me sabería muy mal que me presentaran un amigovio/a… suena como colocarle una etiqueta a determinada persona.
Gracias por tu comentario, Maria Dona. Sí, la verdad es que le presenten a uno como su amigovio/a es feísimo, pero bueno, como decía en el artículo, todo puede suceder. Cosas más raras se han visto. Saludos